Azzaddine El Hamdi cumple hoy un año en España, y hace ya más de 8 meses que vive en Donostia. Su proceso migratorio –como el de otros muchos jóvenes– ha tenido muchos momentos duros, pero hoy nos habla con una sonrisa de su participación en la Aste Nagusia, la Semana Grande que se celebra cada agosto en Donostia.

En el XX. aniversario de Donostiako Piratak, las fiestas autogestionadas por jóvenes de la ciudad, los Piratak invitaron a Hiritarron Harrera Sarea y a SOS Racismo Gipuzkoa, entre otras entidades, a participar en las fiestas. Al fin y al cabo, estas fiestas populares se basan en fomentar la participación y la paridad, y jóvenes como Azzaddine también forman parte de la ciudad.

Las dos entidades antirracistas lanzamos la propuesta sin saber muy bien qué recepción tendría, y para nuestra sorpresa 42 personas se apuntaron a participar en Abordatzea, la actividad más icónica de las fiestas. Tanto jóvenes migrantes como personas voluntarias de diferentes iniciativas se animaron a construir balsas con palés para abordar la ciudad. Entre ellas, Kaleko Afari Solidarioak, grupo de vecinos voluntarios que reparte cada noche cenas a personas en situación vulnerable.

 

«Esta semana ha sido muy especial para mí, porque por primera vez he podido ir a las fiestas de aquí. Es una cultura diferente, nunca había visto lo que era Abordatzea, pero nos lo pasamos muy, muy bien.» nos cuenta Azzaddine. Hablando de personas en situaciones de especial vulnerabilidad, destaca especialmente la importancia de poder disfrutar de actividades de ocio: «Cada persona tiene su situación diferente, y muchos de nosotros tenemos situaciones duras, pero también necesitamos descansar, pasárnoslo bien. No tenemos muchas oportunidades de realizar actividades». 

Para Lily Henning, voluntaria en SOS Racismo, fue también la primera vez en Abordatzea. «Yo creo que eran los más emocionados de todos los barcos. Cuando escuché la idea de montar barcos de madera no sabía si saldría bien, pero ¡fue super buena idea!. Lo pasamos super bien, por el trabajo en equipo, y para mí fue muy especial sentirme parte de una tradición de aquí. Creo que fue muy bonito tanto para los que participamos como para quienes fueron a verlo». Lily también cree ver a estos jóvenes participando, riéndose y ayudándose los unos a los otros puede cambiar los prejuicios de quienes asocian solo cosas negativas con las personas migrantes.

«Sé que las fiestas están organizadas por voluntarios, y a mí me gusta ser voluntario, para ayudar y para conocer a la gente» añade Azzadine. Además del Abordatzea, varios de los jóvenes hicieron también uno de los turnos de voluntariado en La Flamenka, el escenario del puerto. Tanto Azzadine como Lily están seguros de que el año que viene se animarán todavía más jóvenes, para mostrar con orgullo que Donostia quiere ser una ciudad que acoge.