BideGurutzean
Cruzando caminos y fronteras para construir otros mundos posibles
Viaje a Costa Rica
Bidegurutzean es un proyecto que pretende contribuir a generar comunidades inclusivas impulsando el encuentro y la economía social y solidaria. Por ello, hemos apostado por cruzar caminos y fronteras con el objetivo de construir otros mundos posibles. Así, este proyecto impulsado por Emaús Fundación Social y SOS Racismo Gipuzkoa, en estrecha colaboración con CEP Alforja y con el apoyo de la Agencia Vasca de Cooperación al Desarrollo, se ha desplazado hasta Upala, Costa Rica, para encontrarse con Cenderos y, de su mano, conocer experiencias sociales y solidarias de comunidades nicaragüenses asentadas en el país.
Cenderos, el Centro de Derechos Sociales del Migrante, es una organización que trabaja en la zona norte de Costa Rica para prevenir, atender y proteger a mujeres migrantes transfronterizas en desplazamiento forzado, víctimas de violencia, con el objetivo de mejorar su seguridad, facilitar su acceso a la justicia y generar redes de apoyo comunitarias.
Entre los monocultivos de piña que asolan el norte del país, Cenderos capacita y acompaña a lideresas comunitarias en el desarrollo de iniciativas de economía social y solidaria, demostrando que construir alternativas agroecológicas sostenibles es posible.
En este viaje hemos tenido la oportunidad de conocer algunas de ellas.
Asomudagros
Imagina ser una mujer campesina. Imagina migrar a una comunidad a 10 kilómetros de la frontera de tu país. Imagina llegar y no tener tierra. Asomudagros es una asociación de mujeres nicaragüenses asentadas en Costa Rica que luchan cada día por labrar sus cosechas y sacar adelante sus familias cultivando abacá, el material con el que se fabrican las mascarillas y las bolsitas de té que utilizamos cada día.
Las conocimos en su casa de Upala y conversamos sobre lo que supuso para ellas perder sus cosechas en el huracán Otto, y también sobre su capacidad de reconstrucción y emprendimiento, convirtiéndose en pioneras y referentes del cultivo de esta fibra en la zona. Ellas nos enseñaron que la resistencia no es solo aguantar, sino construir algo nuevo.
Amecup
Amecup, la Asociación de Mujeres Emprendedoras de las Comunidades de Upala, es un proyecto propio de cacao para mujeres; un proyecto binacional donde mujeres nicaragüenses y costarricenses han creado su propia marca recuperando los saberes de sus abuelas: Cacaotica.
De la mano de Cenderos, las integrantes se conocieron a través de las tardes de café, encuentros entre mujeres cuyo objetivo es identificar y prevenir juntas violencias normalizadas.
En esa zona transfronteriza en la que gran parte de la tierra se ha convertido en vastas plantaciones de piña y escasean los empleos estables, Amecup está generando alternativas sostenibles y solidarias desde y para su comunidad. Porque, como señala Marisela, “entre todas las mujeres nos inyectamos de energía positiva para no desistir y seguir”.
Amigos del ambiente
Amigos del Ambiente es una comunidad campesina nicaragüense asentada a apenas un kilómetro de la frontera norte de Costa Rica, que sueña con cultivar sus propias tierras. Gracias a su participación en la escuelita agroecológica promovida por Cenderos, cultivan diversos productos como el jengibre y la cúrcuma, entrando así en el mercado local.
Luchan contra las condiciones medioambientales, contra el feroz mercado y contra la resignación de emplearse precariamente en las macropiñeras de la zona.
Conscientes de que su proyecto va más allá de los cultivos, esta asociación, que cuenta con una gran mayoría de mujeres, continúa esforzándose día a día y caminando por construir un proyecto en comunidad.
Amoda
También Amoda, una comunidad nicaragüense compuesta principalmente por mujeres, lucha por trabajar su tierra libre de químicos, tal y como las cultivaban sus madres y sus abuelas. Así están aprendiendo también sus hijos e hijas, acompañándolas en las capacitaciones de agroecología que reciben por parte de Cenderos. Y jugando a su lado mientras ellas cultivan sus tierras, tanto las que tienen alquiladas para garantizar su seguridad alimentaria, como la que tienen comprada entre todas para poder comercializar los cultivos en el mercado local.
Y es que, en los grandes monocultivos, donde se usan plaguicidas y fertilizantes químicos, no se permite la entrada a menores de 12 años. Pero en las huertas agroecológicas, como las de las mujeres que componen la comunidad Amoda, sí. De esta manera se transmiten los saberes comunitarios y los niños y niñas aprenden a poner en valor el trabajo de las madres y de la tierra, generando unas relaciones de confianza y respeto que van más allá del propio proyecto.
Campamento de refugiados
El campamento de refugiados que se encuentra en la frontera norte de Costa Rica acoge a más de 40 familias nicaragüenses que han tenido que dejar atrás sus tierras y recursos debido a la situación política del país.
En unas tierras alquiladas por las que pagan 10.000$ al año, cultivan sus propios alimentos y, gracias a la colaboración con Cenderos, crían cerdas. El único requisito para tener una es donar una cría hembra a otra persona, para que todas puedan seguir la cadena. Empezaron con 8 cerdas preñadas, ahora tienen más de 100.
Así, estas defensoras de la tierra que desde el exilio crean comunidad, se apoyan mutuamente y construyen vínculos, redes solidarias y “hogar». Ellas nos comparten por un día sus historias, sus luchas, sus proyectos y también su mesa.
Vocaré
Además de la escuelita agroecológica, la finca Vocaré cuenta con su propio cultivo y ganado, y un agroturismo rodeado de naturaleza donde cuidan con profundo respeto y cariño el entorno en el que se encuentra y a todas las personas y seres que la habitan y visitan.
Y no sólo eso. También acoge a cinco familias, tres costarricenses y dos nicaragüenses. La finca les facilita tierra y medios para trabajarla, vivienda y formación. La mitad de los beneficios obtenidos de este trabajo se quedan en la propia finca; y la otra mitad los autogestiona como quiera la familia correspondiente: venta, trueque, seguridad alimentaria…
Todo ello la convierte en un espacio ideal para aprender, convivir y crear comunidad. Y es allí donde cerramos nuestra visita, con una plantación de árboles junto con el CEP Alforja que nos permite, además de repoblar la finca, compensar parte de la huella ecológica del viaje que nos ha permitido conocernos.
Escuelita agroecológica
Todas estas comunidades se encuentran en la escuelita que acoge la finca Vocaré. Allí se capacitan para trabajar la tierra en convivencia con el medio ambiente, formándose en los pilares fundamentales de la agroecología: producción agropecuaria, entorno natural y comunidad.
Cenderos les facilita el transporte y el alimento durante las jornadas de estudio. Además, garantiza la participación de las mujeres permitiendo que acudan con sus hijos e hijas, quienes indirectamente también interiorizan estos conocimientos.
La colaboración con la Universidad Nacional de Costa Rica proporciona el profesorado. Y la Fundación Interamericana (IAF) aporta los recursos económicos.
Cada participante adquiere el compromiso de transmitir estos saberes a otras 4 personas. En los dos años que lleva activa han pasado 40 por la escuelita. ¿Te imaginas el alcance a corto y medio plazo?
Pero aunque el viaje haya terminado, no termina aquí nuestra relación. Continuaremos Bidegurutzean acompañando las iniciativas impulsadas por Cenderos, caminando a su lado y cruzando caminos con Darkum, Gu Haziak Gara, el grupo de Trabajadoras Hogar de SOS Arrazakeria y Butroi Bizirik en Transición, con el fin de encontrarnos juntas en las comunidades inclusivas con las que soñamos.