Una nueva semana comienza este lluvioso lunes 20 de noviembre, pero Guipúzcoa hoy, a pesar del mal tiempo, se ha despertado un poco más integradora y multicultural. Ya que por undécimo año consecutivo, se ha llevado a cabo una nueva edición de la iniciativa Bizilagunak. Esta vez 51 “familias” guipuzcoanas han compartido la mesa del domingo con sus vecinos de origen extranjero, bajo el lema, “mesas que cuentan”. Mesas que cuentan por qué dan voz a muy diferentes historias y vivencias, y porque cada una de ellas, suma a la hora de crear una sociedad libre de prejuicios raciales y culturales.
Nuevamente, pese a los habituales nervios mostrados por muchos participantes: “aunque tenía mucho miedo sobre esta experiencia, me alegro mucho de haberme atrevido. Esta mañana estaba muy nerviosa, incluso me arrepentía de haber apuntado (…) Una vez que habíamos llegado ahí me di cuenta de que el ambiente no era tan incómodo como me temía. La verdad, no me esperaba la música en directo y agradecí muchísimo que personas que trabajan en la organización nos guiaran un poco para encontrar a las familias” (fragmento del relato realizado por una dinamizadora en Rentería).
Todas las comidas han gozado de un excelente ambiente y respeto mutuo: “quiero destacar que tanto la familia anfitriona como la participante han demostrado soltura, cercanía y un ambiente de confianza y respeto. Además, ha habido un genuino interés por conocer y explorar ambas culturas” (fragmento del relato realizado por una dinamizadora en Donosti).
Han sido muchos los temas de los que se ha hablado en las comidas: “hemos tenido conversaciones enriquecedoras sobre platos típicos de cada país representado en la mesa, las diferencias fonológicas del idioma euskera en diferentes ciudades del País Vasco, así como las celebraciones culturales propias de Donostia, como la tamborrada” (fragmento del relato realizado por una dinamizadora en Donostia).
Pero, sin duda, una de las conversaciones más recurrentes ha sido la referente a las dificultades vividas por los migrantes a la hora de establecer relaciones de cercanía con personas autóctonas: “se ha discutido sobre el funcionamiento de las sociedades y la dificultad de hacer nuevos amigos que sean diferentes a lo que se ha conocido siempre (fragmento del relato realizado por una dinamizadora en Donostia).
Otro claro ejemplo de lo comentado: “es muy complicado conocer gente de aquí sin manejar bien el idioma, y además, a pesar de no conocer realmente a ningún migrante que lleve poco en su ciudad, mucha gente tiene grandes prejuicios”.
Visto lo visto, claro está que como sociedad no nos hemos deshecho de esos prejuicios hacia lo diferente, todavía. Y que estas barreras culturales, construidas por el imaginario colectivo, impiden una plena integración de las personas provenientes de diferentes lugares. Pero actividades como la vivida en el día de ayer, nos hacen ver que una vez derribamos dichas barreras, encontramos muchos más puntos en común de los que podíamos pensar. Y esta es la razón por la que es de crucial importancia celebrar este tipo de encuentros interculturales, que lejos de ser simples comidas, son herramientas que permiten reforzar y crear redes entre vecinos y vecinas provenientes de diferentes lugares del mundo.
Unax Perez de Mendiguren