En este 8 de marzo queremos cambiarlo todo, pero para todas. Del mismo modo que no podemos entender un movimiento antirracista que no sea feminista, los movimientos feministas debemos incluir el antirracismo como eje de lucha, desde una mirada interseccional. No está de más recalcar que el heteropatriarcado también es racista y xenófobo, porque el machismo, el racismo y la xenofobia actúan de la mano como ejes de opresión y discriminación en nuestra sociedad.
Queremos cambiarlo todo para las mujeres que sufren violencias en las fronteras, tanto las fronteras exteriores de la Unión Europea como las interiores, la de Irun-Hendaia sin ir más lejos. Entendiendo la frontera como lugar de represión, militarización y vulneración de derechos y vidas de las personas migrantes y racializadas. La tendencia a masculinizar el relato de las migraciones invisibiliza las múltiples violencias que viven las mujeres en tránsito. No invisibilizarlas implica reivindicar hoy también los derechos de estas mujeres, señalando las políticas migratorias y en concreto la Ley de Extranjería como instrumentos de la violencia institucional.
Cambiarlo todo también para las mujeres migradas a las que, además de sufrir discriminaciones múltiples por raza, religión o país de origen, se les añade la carga de culpabilidad que conllevan sus procesos migratorios con respecto a las responsabilidades familiares, el cumplimiento de los roles de género y la situación de precariedad laboral a la que muchas se ven abocadas. Es por ello que apostamos por una sociedad que ponga los cuidados y la vida en el centro.
Exigimos un cambio también en lo laboral, donde la precariedad está altamente feminizada. Recordemos que el próximo 30 de marzo se celebra el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, con el propósito de colocar en la agenda política la discriminación sistémica, de precariedad, infravaloración e invisibilidad sufridas en este sector, en el que las trabajadoras migrantes son protagonistas.
Cambiarlo todo, para todas. Desde la autocrítica de los movimientos feministas, hasta el racismo institucional vertebrado por la Ley de Extranjería y las políticas migratorias que llevan a la precarización de situaciones y derechos de las mujeres migrantes y racializadas. Por ello, en coherencia con los valores de la entidad y en apoyo a las diversas luchas feministas, desde SOS Racismo Gipuzkoa nos sumamos a las reivindicaciones del 8M.