Ayer se presentó en Kaxilda la iniciativa de Txago como herramienta para documentar las violencias policiales
Dos de las impulsoras de la iniciativa TXAGO presentaron ayer, 31 de mayo, su herramienta para registrar la violencia policial con el objetivo de crear informes anuales. Estos informes recogerán las formas, técnicas y estrategias de la violencia policial, en un primer momento acotado a Donostialdea. Se trata de una iniciativa que nace de activistas formadas en el ámbito psicosocial, pero que no requiere de una titulación reglada específica. Txago busca organizar la autodefensa y la defensa de los derechos, poniendo en duda la legitimidad, la proporcionalidad y el trabajo de la policía.
El proyecto, que también fue presentado el pasado abril en Lezo, busca personas que quieran participar en la recogida de información, para quienes plantean formaciones sobre las herramientas que se utilizan en la recogida de información. El proyecto no está vinculado a ninguna financiación ni organización, y su estructura funciona de manera asamblearia. Las creadoras del proyecto recalcan que no se trata de una intervención psicológica para las personas que hayan sufrido estas violencias, destacando la importancia de no generar falsas esperanzas, ya que el objetivo se limita a la recogida de información de cara a poder incidir sobre estas prácticas.
El espacio de reflexión, en el que también participaron los fundadores del Espacio Kaxilda y activistas de iniciativas como Piztu o Errático Camino, brindó la oportunidad para debatir tanto a nivel académico sobre los conceptos ligados a la vigilancia, el control y la evolución de las estrategias de las fuerzas policiales, así como una perspectiva más práctica desde los movimientos sociales y de defensa de derechos.
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Perfilamiento racial y violencias simbólicas
Junto al registro de violencias físicas, la iniciativa busca también recoger y clasificar violencias simbólicas y psicológicas y sus consecuencias psicosociales. En este sentido, desde SOS Racismo Gipuzkoa venimos denunciando prácticas como el control migratorio selectivo y racista presentes en diversos escenarios. La identificación, retención y cacheo de jóvenes racializados es constante, con el consecuente estigma que genera en los vecindarios, siendo el caso del control migratorio de facto que se mantiene en el Bidasoa el caso más evidente.
La puesta en común de Txago permitió reflexionar sobre cómo el perfil que percibe el grueso de las violencias ha cambiado en las últimas décadas, con una fuerte presencia de prácticas racistas en la actualidad. Estas prácticas, a menudo justificadas con la búsqueda de una persona que encaja con una descripción determinada, serían impensables aplicadas a la población blanca. También se identificó la criminalización del activismo y de los movimientos sociales como uno de los elementos preocupantes en el ejercicio de la violencia legitimada por el Estado, con la aplicación de la Ley Orgánica de protección de la seguridad ciudadana (conocida como Ley Mordaza) aún en vigor.