El pasado 8 de noviembre inauguramos la 11ª edición de Urretxindorra. Alrededor de 40 parejas forman parte de la edición de este año, mentores/as y mentorados/as empiezan desde hoy esta nueva amistad y este nuevo vínculo.
«Yo soy yo y mis circustancias, si no las cbio a ella no me cbio a mí» ¿Os suena? Lo dijo Ortega y Gasset. La mentoría social ve a la persona con un futuro abierto y lleno de oportunidades. Ese cabio de percepción ese cambio de mirada es lo que me cambia.
Más de 300 niños y niñas y más de 300 estudiantes voluntarias han sido protagonistas en estos 11 años de Urretxindorra, es uno de los programas de los que nos sentimos más orgullosas. Porque se trata de abrir puertas, de dar la bienvenida, de acoger.
Cuando una persona atraviesa cientos y miles de kilómetros para ir a otro país tiene que atravesar fronteras. Uno de los inventos más estúpidos del ser humano. Pero una estupidez que se convierte en castigo para muchas de las personas que tratan de ejercer ese derecho. Pero los problemas no terminan al llegar. Aquí a veces nos encontramos nuevas fronteras. Fronteras en forma de rechazo o de invisibilización.
Migrar es un derecho recogido en la Declaración universal de los DDHH. Como derechos son la alimentación, la salud, la educación, la vivienda… Por eso volvemos a recordar que ese derecho a la alimentación y que ese derecho a la vivienda no es ningún lujo, sino derechos básicos que los poderes públicos han de proveer a todas las personas, vengan de donde vengan, tengan la edad que tengan. Porque no podemos olvidar que en esta ciudad sigue habiendo personas que pasan hambre y que duermen en la calle.
Urretxindorra es un programa para acoger, para abrazar, para caminar con el calor que da la compañía. Este es el papel de estos estudiantes. Ser cómplices de la vida de estos niños y estas niñas que este año suman más de cuarenta y que han venido de Honduras, de Nicaragua, de Perú, de Mongolia, de Chile, de Cuba, de Ucrania, de la República Dominicana, de Brasil, de Ecuador, de Colombia, de Inglaterra, de Venezuela y de la martirizada y heróica Palestina.
Queridas niñas y niños que estáis hoy aquí. Urretxindorra es para vosotros y vosotras. Porque tenéis obligaciones pero también derechos. Porque tenéis que estudiar, tenéis que ayudar en casa, pero también tenéis derechos. Y tenéis derecho a divertiros y pasarlo bien, y a tener amigos y a no sentiros solos y a ser niños y niñas y a disfrutar de la vida y a ser ciudadanas y ciudadanos de aquí. Porque aquí también estáis en vuestra casa. A partir de hoy vais a tener una nueva amiga, un nuevo amigo.
Estimadas madres, estimadas familias. Os agradecemos y reconocemos vuestro coraje y valentía. Venir aquí y trabajar para salir adelante, para dar más oportunidades a vuestras hijas e hijos debería ser motivo para un reconocimiento social con mayúsculas. Desde nuestra entidad, SOS Racismo queremos agradecer la confianza que depositáis en nosotras animando a vuestras hijas e hijos que sean parte de la familia Urretxindorra. Y decireos que podéis contar con SOS Racismo para lo que necesitéis.
Queridos mentores y mentoras, con vosotros/as ya hemos estado estos días aprendiendo cómo va esto de la mentoría social. Sois a partir de ahora voluntarios de SOS Racismo, una entidad que lleva más de 30 años trabajando por los derechos humanos. Os hemos explicado cómo es el programa. Sus oportunidades y limitaciones, y sobre todo cómo acompañar a estos vuestros mentorados. Niñas y niños de los que sin duda vais a sacar un gran aprendizaje. Toda la sociedad os agradece ese paso que dais, este voluntariado exigente que os va a marcar sin duda vuestra juventud. Os estamos muy agradecidas.
Tenemos el honor de que este programa esté apoyado por instituciones como la Dirección de Migración del Gobierno Vasco, la Dirección de Juventud de la Diputación de Gipuzkoa y los Ayuntamientos de Donostia y Errenteria. Tenemos también la colaboración de diferentes entidades culturales, sociales y deportivas.
A todas les agradecemos su implicación, y desde ya nos comprometemos en seguir trabajando por una sociedad mejor, más acogedora y más justa. Se lo debemos a las generaciones jóvenes porque somos hijos e hijas de otras generaciones que lucharon por esto.