Hoy, 28 de noviembre, presentamos Zabaltzen, un proyecto de Educación para la Transformación Social, de SOS Racismo Gipuzkoa en consorcio con EMAÚS Fundación Social y con el apoyo de la UPV/EHU, que pretende construir y reforzar capacidades, acompañar procesos de empoderamiento, apoyar y promocionar redes de trabajadoras de hogar e impulsar una iniciativa socioeconómica propia de mujeres migradas empleadas en el sector doméstico.
Para ello, hemos realizado una entrevista a las técnicas del Grupo de Trabajadoras de Hogar de SOS Racismo Gipuzkoa para que nos relaten mejor que es Zabaltzen y muchas otras cosas.
PREGUNTA. ¿Qué es Zabaltzen y cómo surgió la idea del proyecto?
RESPUESTA. Zabaltzen nace como una respuesta directa a las condiciones precarias e invisibilizadas de las trabajadoras del hogar migrantes en Gipuzkoa. Desde hace más de diez años, SOS Racismo Gipuzkoa ha estado atendiendo estas realidades a través de un servicio de asesoría laboral gratuito, lo que permitió establecer un contacto cercano con estas trabajadoras. Gracias a esta experiencia, se identificaron no sólo las dificultades laborales, sino también la falta de espacios de apoyo, formación y empoderamiento adaptados a las necesidades concretas de estas mujeres.
Aunque existen iniciativas como las escuelas de empoderamiento en casas de la mujer, estas no siempre abordan las realidades específicas de las trabajadoras del hogar. Este vacío llevó a diseñar una intervención que no solo atendiera necesidades laborales, sino también sociales y comunitarias. El proyecto se basa en un diagnóstico previo que evidenció las condiciones de precariedad económica, laboral y emocional que atraviesan estas mujeres, así como su aislamiento social y la falta de redes de apoyo.
El propósito principal del proyecto es crear un espacio seguro donde las trabajadoras del hogar puedan organizarse, aprender sobre sus derechos y desarrollar su potencial colectivo. Además, busca promocionar procesos de empoderamiento y construir capacidades tanto individuales como colectivas, entendiendo que el fortalecimiento personal y grupal son esenciales para avanzar hacia la acción política y el cambio estructural.
Zabaltzen se presenta como un esfuerzo colaborativo impulsado por SOS Racismo Gipuzkoa en consorcio con EMAÚS Fundación Social y con el apoyo de la UPV/EHU. Este equipo no solo diseñó las herramientas del proyecto, sino que también integró un componente evaluativo para medir el impacto del proceso formativo. Sin embargo, una de las dimensiones que al principio no ubicamos o no le dimos tanta importancia es la dimensión afectiva, que ha resultado clave para alcanzar estos objetivos.
Zabaltzen, desde el principio, integra el cuidado colectivo como un eje fundamental para sostener emocionalmente a las participantes, entendiendo que el afecto y la solidaridad son bases esenciales para construir una identidad colectiva fuerte. En el camino de implementar las actividades y de desarrollar los módulos de la escuela política, hemos podido observar el enorme potencial de esta dimensión afectiva. A mitad del proceso, los resultados que estamos viendo nos confirman que este componente es vital, incluso más importante de lo que habíamos previsto inicialmente. Hemos tenido la suerte de darnos cuenta a tiempo, ponerlo en valor y darle el lugar que realmente merece dentro del proyecto. Este enfoque no solo refuerza el propósito del proyecto, sino que también ha transformado nuestra manera de entender y llevar a cabo Zabaltzen.
P. ¿Cuál es el objetivo principal de Zabaltzen y por qué es tan necesario en el contexto actual?
R. El objetivo central de Zabaltzen es promover el empoderamiento de las trabajadoras del hogar migrantes, fortaleciendo sus capacidades, derechos y acceso a redes de apoyo. Además, busca visibilizar el valor del trabajo de cuidados como un pilar fundamental de la sociedad y dignificar a quienes lo realizan. Este trabajo no es solo una cuestión de comunicación externa; no se trata únicamente de sensibilizar a la ciudadanía, sino también de dignificar y dar valor a quienes ejercen los cuidados, incluidas las propias trabajadoras del hogar.
Aunque estas mujeres realizan trabajos esenciales, no están fuera de las estructuras sociales ni de los estereotipos que hemos construido sobre qué tiene valor y qué no lo tiene. Históricamente, los cuidados se han situado en la esfera de lo privado, donde nunca se han visto como un “trabajo” al uso porque no estaban reconocidos económicamente. Incluso hoy, cuando estamos atravesando un cambio de paradigma social en el que las mujeres hemos salido al mercado laboral, seguimos reproduciendo dinámicas de desigualdad. Las cadenas globales de cuidados, donde mujeres del Sur Global han sustituido a las mujeres locales para realizar estos trabajos remunerados, perpetúan esta idea de que cuidar no es un empleo, sino una «labor histórica de mujeres».
Esta percepción afecta tanto a las trabajadoras como a la población de acogida, quienes mantienen el pensamiento de que acompañar a una persona mayor o dependiente en casa no se considera «trabajo real». Esta desvalorización es evidente en las comparaciones que se hacen con otras actividades, como trabajar en una fábrica, que sí se reconoce como empleo formal. Sin embargo, el trabajo de cuidados tiene una escala mucho más amplia, que abarca desde lo comunitario y lo íntimo, hasta la incidencia social e institucional. Reconocer y dignificar este trabajo requiere abordarlo de forma multinivel y a muchas escalas, algo en lo que el movimiento feminista, especialmente en Euskal Herria, lleva algunos trabajando.
En este contexto, las trabajadoras del hogar migrantes enfrentan una precariedad estructural que se caracteriza por la falta de derechos laborales, explotación y discriminación interseccional basada en género, origen y clase. Aunque la pandemia puso de manifiesto la centralidad de los cuidados, las mejoras legales que han llegado, como la ratificación del Convenio 189 de la OIT, siguen siendo insuficientes, especialmente debido a la falta de mecanismos que garanticen su cumplimiento.
Zabaltzen no solo busca cambios estructurales, sino que también se plantea como un espacio integral que fomente el cuidado colectivo, la resiliencia emocional y la solidaridad entre trabajadoras. Introduce una perspectiva feminista, antirracista e interseccional que permite abordar estas desigualdades desde lo laboral y emocional, pero también desde una visión comunitaria y transformadora. Se trata de un esfuerzo que no solo sensibiliza a la ciudadanía y genera incidencia política, sino que también trabaja directamente con las personas que ejercen esta labor para reconocer y dignificar su trabajo de manera tangible y significativa.
P. Zabaltzen se enfoca en el trabajo de las empleadas del hogar migrantes. ¿Por qué creéis que este sector ha sido históricamente invisibilizado?
El trabajo del hogar ha sido históricamente considerado parte de la esfera privada, lo que lo ha mantenido al margen de la regulación y el reconocimiento público. Esta invisibilización se enraíza en normas patriarcales y clasistas que relegan estas tareas a las mujeres, asumiéndolas como parte de roles «naturales». Además, se ha perpetuado la idea de que el trabajo reproductivo no es un «trabajo real», lo que contribuye a su desvalorización social.
Lo que no se dice, no existe. Lo que no se cuenta, no se ve. No hace falta ser un experto en economía feminista o haber leído a Cristina Carrasco para reconocer que la economía productiva se sostiene gracias a la economía reproductiva. Sin esta última —sin obreros cuidados, alimentados y con capacidad de trabajar— la producción sería simplemente imposible. A pesar de su relevancia, este trabajo ha sido sistemáticamente invisibilizado. Y ahora, con el aumento de la participación de las mujeres en el mercado productivo, este vacío en lo reproductivo se está cubriendo con otras mujeres. Estamos viendo un reemplazo: las mujeres que antes sostenían este sistema ahora son sustituidas por mujeres migrantes y pobres, que a menudo enfrentan condiciones laborales aún más precarias. No es casualidad que estas nuevas trabajadoras sean mujeres racializadas y de clases sociales desfavorecidas, en lugar de mujeres blancas y de mayor poder adquisitivo.
En el caso de las trabajadoras del hogar migrantes, esta invisibilización se agrava por factores como el racismo, la Ley de Extranjería y las narrativas culturales que asocian este empleo a mujeres racializadas. Estas trabajadoras enfrentan condiciones laborales precarias, y aunque se han logrado avances importantes, como el acceso al desempleo, estas conquistas son recientes y aún insuficientes.
El tema de la jubilación es especialmente complejo. Durante años, las cotizaciones de las trabajadoras del hogar se calculaban en base a tramos, no al salario real, y además tenían un tope máximo que limita su cotización. Aunque este sistema ya ha cambiado, las cotizaciones previas no se han ajustado, lo que implica que muchas mujeres cercanas a la jubilación lo harán con pensiones muy bajas. Esto afecta especialmente a las trabajadoras del hogar, que durante décadas han cotizado cantidades mínimas. Ahora que muchas de estas mujeres, tras años de cuidar a otros, necesitarán cuidados, no podrán afrontar los costes debido a los ingresos tan precarios que tuvieron. Como dice Isabel Otxoa, este escenario pone de manifiesto una deuda histórica con este sector, que sigue sin ser reconocido como cualquier otro trabajo digno.
Por último, esta invisibilización también contribuye al aislamiento social y emocional de las trabajadoras. Zabaltzen se centra en romper con esta invisibilidad, generando espacios donde las trabajadoras puedan visibilizar su labor, dignificarla y exigir sus derechos como colectivo organizado. Además, cuestionamos las propias lógicas que hemos reproducido, porque incluso desde el norte global caemos en patrones que perpetúan estas desigualdades.
P. Empoderar a las trabajadoras del hogar parece ser una de las claves de Zabaltzen. ¿Cómo lográis que este empoderamiento sea una realidad tangible para las mujeres participantes?
R. El empoderamiento se ha materializado principalmente a través de la Escuela Política, un espacio formativo que aborda derechos laborales, autocuidado, liderazgo, sostenibilidad y portavocía, entre otros temas clave. La escuela promueve la conciencia crítica y ofrece herramientas prácticas para la acción colectiva. Los módulos, diseñados de forma participativa, se adaptan a las necesidades concretas de las trabajadoras del hogar y respetan sus ritmos, asegurando un aprendizaje efectivo y accesible.
Sin embargo, el empoderamiento no se limita a los talleres. Más allá de la formación técnica, Zabaltzen incorpora prácticas de cuidado colectivo mediante encuentros informales semanales que van mucho más allá de lo programático. Durante estos encuentros —espacios de café y conversación—, lo aprendido en los talleres vuelve a surgir en las conversaciones. Al hablar de los conceptos y reflexionar colectivamente, estas ideas se significan, se integran y se hacen propias. En otras palabras, el saber adquirido en los talleres se “coloca” en algún lugar del conocimiento de las mujeres, pero no como algo individual, sino como parte de un proceso colectivo. En estos espacios también se generan confianza y vínculos más sólidos, y se ofrece un apoyo emocional invaluable entre las participantes.
Desde este punto, estamos viendo cómo se están construyendo narrativas transformadoras que no solo dignifican el trabajo del hogar, sino que también promueven un cambio en la percepción. Los relatos compartidos, los rituales colectivos y las narrativas que conectan emocionalmente están fortaleciendo el sentido de pertenencia del grupo y subrayando la relevancia social del trabajo de cuidados. Este proceso ya está dando resultados: acabamos de terminar el séptimo módulo de un total de nueve, y junto con las compañeras de la UPV/EHU, que están evaluando el proceso, estamos viendo resultados visibles.
Las participantes están adquiriendo confianza para hablar en público, liderar iniciativas y participar activamente en procesos de incidencia política. Aunque los pasos que estamos dando no son enormes ni agigantados, sí son firmes. Como dicen los zapatistas: “Vamos lento, porque vamos lejos”. Estos pequeños pasos están sentando bases sólidas, y las redes de apoyo que se están constituyendo ya están trascendiendo el espacio del proyecto, promoviendo cambios sostenibles que tendrán un impacto duradero.
El potencial de este trabajo es inmenso. No solo estamos construyendo conocimientos o capacidades, sino que estamos generando un espacio donde las trabajadoras del hogar pueden transformarse a sí mismas, transformar su entorno y, en última instancia, cambiar las dinámicas que las han mantenido invisibles y vulnerables durante tanto tiempo.
P. El impacto de Zabaltzen no se queda solo en lo local. ¿Qué tipo de alianzas y colaboraciones internacionales estáis impulsando el proyecto?
R. Zabaltzen conecta realidades locales y globales a través de alianzas estratégicas con redes como la Federación Internacional de Trabajadores del Hogar (FITH) y la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar (CONLACTAHO). Estas colaboraciones permiten compartir experiencias, aprender de buenas prácticas y enriquecer el proyecto desde perspectivas diversas.
El propio proyecto comenzó con un espacio multiagente, diseñado desde la lógica de intercambio Norte-Sur, con el objetivo de conectar realidades globales desde lo local y lo global. Este foro online reunió a movimientos de organización sindical de trabajadoras del hogar en América Latina, creando un espacio de conversación y generación de conocimiento colectivo. Durante este foro, tuvimos la oportunidad de conocer experiencias transformadoras de estos colectivos y compartir aprendizajes que nos permitieron ajustar nuestras propias intervenciones.
¿Por qué comenzamos por ahí? Porque las alianzas internacionales no solo ofrecen la posibilidad de compartir experiencias, sino también de conocer y reconocer buenas prácticas y aprendizajes reales y tangibles. Para nosotras, este espacio fue una oportunidad de “tocar tierra” y salir de las lógicas que podríamos reproducir desde nuestra posición en el norte global. Vivimos y trabajamos en un contexto que inevitablemente moldea nuestras intervenciones, y sin querer, podemos caer en patrones o esquemas que no siempre responden a otras realidades. Poner en conversación estas lógicas con los procesos de compañeras del Sur global nos permitió aterrizar nuestras ideas, contrastarlas e incluso reformular algunas cuestiones clave del proyecto. Este intercambio ha sido muy enriquecedor, y nos ha ayudado a mejorar y ajustar nuestro enfoque.
También hablamos de una interseccionalidad global. Las dinámicas de explotación y discriminación en el trabajo de hogar no son aisladas; no se limitan a nuestro contexto local. Es por eso que conectar con luchas globales es tan importante: nos permite visibilizar cómo estas problemáticas están interrelacionadas con aspectos más amplios como la migración, el cambio climático y la justicia social.
Además, la participación activa de miembros del equipo y de las propias trabajadoras del hogar en foros internacionales ha sido transformadora. Estos espacios no solo nos han permitido aprender de otras experiencias, sino también poner en valor nuestros conocimientos y los de las trabajadoras que participan en la escuela política. Sus testimonios han enriquecido el debate global sobre el trabajo de cuidados y han subrayado la importancia de estas alianzas.
La construcción de alianzas estratégicas es fundamental porque potencia la voz de las trabajadoras del hogar en plataformas más amplias, lo que fortalece su capacidad para exigir cambios estructurales. Estas conexiones permiten ir más allá de lo local y trabajar juntas por una transformación real y global del trabajo de hogar y de cuidados.
P. La incidencia política también es clave para vosotras. ¿Qué cambios concretos esperáis lograr a nivel de políticas públicas con Zabaltzen?
R. Primero, es importante ser conscientes de que los proyectos como Zabaltzen, que tienen una duración de dos años, son procesos limitados en el tiempo. Esto significa que no podemos esperar grandes cambios en tan poco tiempo, porque las transformaciones estructurales requieren recorridos largos y sostenidos. Sin embargo, lo que hacemos en Zabaltzen es parte de un trabajo que venimos desarrollando desde hace años y que seguiremos haciendo. No empezamos de cero con este proyecto, y sabemos que cada paso cuenta para avanzar hacia nuestras metas de incidencia política.
Un eje central de nuestra reivindicación es la equiparación de derechos laborales de las trabajadoras del hogar. Esto incluye el acceso a prestaciones sociales, protección frente al despido, regulación de las jornadas laborales, abono de todas las horas trabajadas y protección de la salud laboral. Pero siempre insistimos en algo clave: no basta con legislar. Si no construimos mecanismos de control que garanticen la efectividad de las medidas, esas leyes se quedan en papel mojado. Por eso, exigimos no solo la ampliación de derechos, sino también la creación de estos mecanismos para que lo que ya existe se cumpla de manera real y efectiva.
Otro punto crucial es la creación de políticas específicas que valoren el trabajo de cuidados como un pilar fundamental de la sociedad. Esto incluye garantizar condiciones laborales dignas y visibilizar el papel de las trabajadoras del hogar en el sistema de cuidados. Además, proponemos la regularización administrativa de las trabajadoras migrantes, una medida que no solo facilita su integración social y laboral, sino que también mejora su bienestar emocional, psicológico y psicosocial. En este sentido, iniciativas como la ILP de “Regularización Ya” son fundamentales, y esperamos que pronto traigan resultados positivos.
También defendemos la necesidad de construir sistemas públicos de cuidados que reconozcan la importancia de este trabajo y aseguren su sostenibilidad. Reconociendo la aportación de las mujeres migrantes a este sistema y garantizando su inclusión en los futuros sistemas públicos. Esta reivindicación no es solo nuestra; lleva años siendo bandera del movimiento feminista y de muchas plataformas de personas mayores y jubiladas. Valorar la contribución de las trabajadoras del hogar dentro de este sistema público es esencial para dignificar este trabajo y garantizar su futuro.
Queremos, además, combatir la discriminación estructural que afecta a este sector. Esto implica incidir en políticas públicas que aborden las desigualdades desde un enfoque interseccional, reconociendo no solo las barreras de género, sino también las de clase y origen migrante. Es fundamental que estas interseccionalidades se tengan en cuenta para generar políticas realmente transformadoras.
Finalmente, la visibilización del sector es otra de nuestras grandes reivindicaciones. Necesitamos introducir campañas y estrategias institucionales que muestren la realidad del trabajo de hogar y de cuidados, dignificando a quienes lo realizan. Ahora mismo, la imagen colectiva de la trabajadora del hogar está muy alejada de la realidad. Si seguimos diseñando soluciones basadas en un prototipo erróneo, nunca lograremos abordar las verdaderas problemáticas. Por eso, integrar el trabajo del hogar en los marcos de políticas laborales y sociales es una tarea urgente, porque actualmente está regulado de forma precaria y fragmentada.
En resumen, sabemos que no lograremos todos estos cambios en dos años, pero cada paso que damos contribuye a este objetivo común. Montar una escuela política, formar, empoderar, construir redes… todo esto refuerza la acción política. Y lo hacemos sabiendo que el camino es largo, pero con la convicción de que estamos sembrando para un cambio profundo y sostenible.
P. Por último, ¿qué le diríais a las personas que quieran apoyar o participar en el proyecto? ¿Cómo pueden contribuir a la causa de Zabaltzen?
R. A las trabajadoras del hogar, queremos transmitirles una invitación abierta y sincera. Necesitamos esa pluralidad que cada una aporta para construir una verdadera ecología de saberes que nos permita avanzar juntas. Para nosotras, el vínculo, el cuidado mutuo y esa red que se crea son lo fundamental. Por eso, lo principal es que se animen a formar parte de estos espacios, porque el resto lo construiremos colectivamente, adaptándonos a las necesidades y ritmos de todas. Su participación es esencial para que este proyecto siga creciendo y siendo relevante.
De cara a la sociedad civil, necesitamos su apoyo para visibilizar la importancia del trabajo de hogar y de cuidados como la base sobre la que se sostiene toda nuestra sociedad. Este es un trabajo que debemos hacer entre todas y todos. Nosotras no podemos hacerlo solas, porque no tendría el mismo impacto. Por eso, les animamos a participar en las campañas de sensibilización, los eventos y las actividades que organizamos dentro de este proyecto. También pedimos su colaboración activa para promover alianzas con agentes sociales, sindicatos y organizaciones afines, fortaleciendo así la incidencia política y la defensa de los derechos de las trabajadoras del hogar.
Es fundamental apoyar las iniciativas que ya existen, como las de Economía Social y Solidaria y el cooperativismo. Por ejemplo, en Hernani tenemos la cooperativa Maitelán, que está liderada por trabajadoras del hogar, y hay muchas otras iniciativas similares que están construyendo alternativas sostenibles para el trabajo de cuidados. Visibilizarlas, apoyarlas y apostar por ellas es clave para que se conviertan en modelos viables y transformadores.
También es necesario un cambio de mirada. Tenemos que reflexionar sobre como la invisibilización del trabajo de hogar perpetua la dinamicas de poder y de discriminación. Esta invitación a reflexionar no solo va dirigida a la sociedad en general, sino también a nosotras mismas. Debemos trabajar para construir una narrativa social que dignifique a las trabajadoras del hogar y reconozca su papel esencial, no solo en foros políticos, sino en todos los espacios cotidianos: en medios de comunicación, en las plazas, en los parques, en las peluquerías, en los bares y hasta en las panaderías. Necesitamos que esta conversación esté presente en todos los lugares.
Esto también requiere un compromiso personal. Fomentar el reconocimiento y el respeto hacia las trabajadoras del hogar en nuestros entornos más cercanos es un primer paso. Promover relaciones laborales justas y equitativas es esencial, sobre todo porque el trabajo del hogar sigue siendo un recurso de contratación privada que, actualmente, cubre una parte importante de la demanda de cuidados en el hogar que el Estado no garantiza. Es una realidad muy común en nuestro entorno y que nos debe hacer reflexionar sobre nuestra responsabilidad para establecer unas relaciones laborales justas y que respeten los derechos de las trabajadoras de hogar.
Por último, pedimos a todas las personas que quieran apoyar este proyecto que difundan las actividades y los logros de Zabaltzen. Cada vez que más personas conocen y respaldan esta iniciativa, estamos un paso más cerca de transformar la situación del trabajo de hogar y de cuidados. Este proceso no solo beneficia a las trabajadoras del hogar, sino que nos beneficia como sociedad.